Título: Sally Heathcote: Sufragista
Autores: Mary M. & Bryan Talbot, Kate Charlesworth
Editorial: La Cúpula
Año: 2015
ISBN: 978-84-15724-95-7
Páginas: 194
Precio: 22,90€
"Púrpura, blanco y verde. Tres clores representan a la National Women's Social and Political Union, una liga de mujeres extraordinarias que lucharon por conquistar derechos humanos que en el contexto rígido y clasista de la Inglaterra eduardiana brillaban por su ausencia. Sally Heathcote es una trabajadora doméstica al servicio de Emmeline Pankhurst, una de las fundadoras del movimiento. La proximidad de ese entorno comprometido y militante irá concienciando a la joven en la causa sufragista, que reclama el derecho al voto para las mujeres. La desobediencia civil, la estrategia política, el aprendizaje de la acción directa y la reivindicación a pie de calle van a dictar la trayectoria feminista de Dally, que no dudará en enfocar su vida como una carrera de obstáculos pero también de grandes logros para las generaciones futuras."
Hoy, Día Internacional de la Mujer, queremos hacer un pequeño homenaje desde Entre Letras y Cámaras a todas con esta reseña de la maravillosa novela gráfica de Mary M. & Bryan Talbot y Kate Charlesworth Sally Heathcote: Sufragista.
Esta novela relata la vida de Sarah Jane —Sally— Heathcote. En su gran mayoría, nos cuentan cómo ingresó en el movimiento sufragista, siendo tan solo una de las criadas de las familia Pankhurst, cuyas mujeres de esta familia —Emmeline y sus hijas Christabel, Sylvia y Adela— lucharon por el voto de la mujer con mucho empeño.
Sally es una joven proveniente de una familia humilde de Manchester. Gracias a la influencia de las Pankhurst y los Pethick-Lawrence, comienza a desarrollar una conciencia de género, replanteándose que las sufragistas luchan por la igualdad de género y la necesidad de que las mujeres tengan que votar, puesto que también somos ciudadanas y se nos ha arrebatado desde siempre el derecho de decidir en la gran mayoría de los aspectos de nuestras vidas.
Sally poco a poco adquirirá más importancia dentro del movimiento, llevará con orgullo los colores verde, blanco y violeta característicos del sufragismo, repartirá panfletos que exijan la igualdad e incluso será castigada sin pudor alguno por la sociedad más cruel de la Inglaterra eduardiana, tanto por parte de algunos de sus jefes como por la justicia e incluso los más altos cargos del Parlamento.
Si algo habría que destacar acerca de esta novela es la documentación que ha tenido que llevar todo esto detrás. Es una historia potente, que hay que leer con mucha paciencia para que no se te escape ningún detalle. Han sabido captar a los personajes, a las Pankwurst, a los Pethick-Lawrence e incluso a los políticos. También, al final de la novela, se nos explican los carteles propagandísticos reales y que han sido ilustrados y nos hacen una línea temporal de las fechas más importantes acerca de reivindicaciones a favor del voto femenino.
También llama la atención el dibujo y la distribución de colores de la novela. Ésta comienza con Sally, durmiendo en el año 1969 —año en el que se extendió el corte de votación hasta los 18 años—. En sueños, rememora esos años tan importantes para ellas y para Inglaterra, formando parte de un grupo y dedicándose a una causa que terminó por cumplirse años más tarde, al menos consiguiendo el voto. Cuando comienza a sumergirse dentro de la trama principal, desaparecen por completo los colores, salvo el naranja —característico del cabello de Sally—, el violeta, el blanco y el verde. Esto hace que nos sea más fácil identificar a los personajes más importantes y la falta de color ayuda a crear esa atmósfera de que todo es un recuerdo.
Es una novela cruda, nos transporta de foma automática a la época y consigue que sientas todas las injusticias que sufren, tanto Sally como las demás integrantes del colectivo, se sientan como en carne propia.
Sinceramente, es una novela gráfica que recomiendo de todo corazón a cualquier persona. Te ayuda a comprender mucho mejor la realidad que Sally y sus compañeras sufrían en la época y que, lamentablemente, es una realidad que sigue patente a día de hoy, a pesar de haber obtenido el derecho al voto. Feliz 8 de marzo.
~ Laura B.
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