Si hay una categoría que pase desapercibida durante los Premios Oscar— a no ser que un español se encuentre en ella— es la de Mejor película de habla no inglesa. Entre sus nominados se esconden verdaderas joyas del cine internacional, a veces más independientes que las nominadas, pero siempre con una calidad impresionante. Hoy os hablaremos de una de las cintas que ha estado a punto de llevarse la estatuilla: Un hombre llamado Ove, de Hannes Holm.
La cinta protagonizada por Rolf Lassgård narra la historia de Ove, un hombre gruñón que trae de cabeza a toda su urbanización con su afán por las reglas que han de seguir. Su humor empeorará cuando lo echen del trabajo al que ha dedicado su vida durante más de cuarenta años y, cuando vea que ha perdido todo, intentará suicidarse.
Su depresión llegará a la par que se instalan los nuevos vecinos, Patrick (Tobias Almborg) y Parvaneh (Bahar Pars), junto a sus hijas. Lejos de nutrirse de la negatividad de Ove, la familia comenzará a relacionarse con el hombre y a encontrar un punto encantador a su comportamiento arisco.
Desde que su vida se vea vacía por la falta de trabajo, veremos a Ove visitar diariamente la tumba de su esposa, Sonja (Ida Engvoll), y prometerla que pronto estará con ella. Pronto verá que suicidarse no es nada fácil, y es que cada vez que lo intente se verá interrumpido por algo nuevo.
Con la familia de Parvaneh, Ove volverá a sentirse necesitado. La soledad de Ove no es buena compañera, lo ha llevado a obsesionarse con diferentes elementos en todos los aspectos de su vida y por fin verá que no todo es negro. Tendrá algo que cuidar en su vida, y lo entrañable de ello hará que su gran corazón salga a la luz.
La progresión narrativa se divide en dos tiempos: presente y pasado, casi siempre relacionados con una experiencia cercana a la muerte de Ove. Cada vez que intenta suicidarse o tiene algún problema, surgen en su mente las imágenes de su amada Sonja y todo lo que vivieron juntos.
Aunque la cinta se coloque en el género del humor negro, tiene casi más aspectos dramáticos, en muchos sentidos—que es mejor no revelar si quiere uno ir en blanco a la película—, y es fácil que acabes derramando alguna que otra lagrimilla descubriendo los momentos que marcaron la vida de Ove.
Un hombre llamado Ove es principalmente una película independiente que aborda temas fuera de lo normal en cuanto a gran pantalla se refiere. Quizás a ello debemos las pocas salas que acogen la película. Sin embargo, los puntos cómicos y las características de los personajes forman parte de un cine más comercial que puede atraer a todo tipo de públicos.
Los planos en contrapicado se equilibran con los primeros planos para que, a pesar de los personajes que ayudan a desvelar el hilo argumental sobre Ove, el foco de la historia esté siempre en el hombre.
Su depresión llegará a la par que se instalan los nuevos vecinos, Patrick (Tobias Almborg) y Parvaneh (Bahar Pars), junto a sus hijas. Lejos de nutrirse de la negatividad de Ove, la familia comenzará a relacionarse con el hombre y a encontrar un punto encantador a su comportamiento arisco.
Desde que su vida se vea vacía por la falta de trabajo, veremos a Ove visitar diariamente la tumba de su esposa, Sonja (Ida Engvoll), y prometerla que pronto estará con ella. Pronto verá que suicidarse no es nada fácil, y es que cada vez que lo intente se verá interrumpido por algo nuevo.
Con la familia de Parvaneh, Ove volverá a sentirse necesitado. La soledad de Ove no es buena compañera, lo ha llevado a obsesionarse con diferentes elementos en todos los aspectos de su vida y por fin verá que no todo es negro. Tendrá algo que cuidar en su vida, y lo entrañable de ello hará que su gran corazón salga a la luz.
La progresión narrativa se divide en dos tiempos: presente y pasado, casi siempre relacionados con una experiencia cercana a la muerte de Ove. Cada vez que intenta suicidarse o tiene algún problema, surgen en su mente las imágenes de su amada Sonja y todo lo que vivieron juntos.
Aunque la cinta se coloque en el género del humor negro, tiene casi más aspectos dramáticos, en muchos sentidos—que es mejor no revelar si quiere uno ir en blanco a la película—, y es fácil que acabes derramando alguna que otra lagrimilla descubriendo los momentos que marcaron la vida de Ove.
Un hombre llamado Ove es principalmente una película independiente que aborda temas fuera de lo normal en cuanto a gran pantalla se refiere. Quizás a ello debemos las pocas salas que acogen la película. Sin embargo, los puntos cómicos y las características de los personajes forman parte de un cine más comercial que puede atraer a todo tipo de públicos.
Los planos en contrapicado se equilibran con los primeros planos para que, a pesar de los personajes que ayudan a desvelar el hilo argumental sobre Ove, el foco de la historia esté siempre en el hombre.
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