Hija de americana y francés, Marie Louise Fuller —Soko— tiene claro que quiere triunfar entre focos. Cuando, en una fría y nebulosa mañana, disparan sin piedad y a bocajarro al padre de Louise, ésta no sabe adónde huir. La única opción que ve más plausible es reencontrarse con su madre —una devota creyente— en Brooklyn, Nueva York.
Allí, Marie Louise ingresa en la comunidad cristiana de su madre. Tiene muy claro que quiere ser reconocida a través de la danza, por ello, acude a escondidas a castings que no son lo que nunca nadie se podría imaginar.
En Brooklyn, Marie Louise renace, adoptando el nombre artístico de Loïe, con el que será mundialmente reconocida. Loïe quiere desarrollar la danza con algo que nadie nunca ha hecho hasta ahora: crear juegos de luces y sombras, donde estas se reflejen en un blanco y largo vestido, con el que muchas veces tiene que entrenar para coger fuerza y poder llevarlo.
Cuando la madre de Loïe descubre las inclinaciones hacia el baile de su hija, los castings que ha realizado, y una profunda decepción hacia la compañía americana que la traicionó, por no saber apreciar el verdadero arte de Marie Louise, ésta decide cruzar el Atlántico. Pone rumbo hacia París, donde no sabe a ciencia cierta lo que puede ocurrir, pero sí sabe que puede que la suerte la sonría.
Sin saber muy bien adónde ir en París, acaba en la puerta de un Folies Bergère, donde conoce al dueño, que rechaza a Loïe por su edad nada más verla, y a Gabrielle, que también trabaja con él —Mélanie Thierry—, que sabe ver la belleza y todo el empeño de su baile, y decide arriesgarse y darlae una oportunidad, aún sabiendo que si fracasa, estará de patitas en la calle junto con Loïe.
La Bailarina comienza relatando la historia de Loïe, una bailarina que triunfó a principios del siglo XX y también fue mentora de otra de las bailarinas más famosas de la historia, Isadora Duncan —interpretada por Lily-Rose Depp—.
El filme da comienzo con una escena fuera de contexto, que más tarde es explicada, pero tras ella, comienza con la vida de Loïe en América. Al principio, el filme es algo lento, hasta que llega a Brooklyn.
Lo más destacable de la película, aparte de la buena narración de la vida de Loïe y la ambientación, es la preciosa fotografía, siendo los bailes de Loïe un regalo para los ojos y para los oídos, dejándote sin aliento con ambas cosas.
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Por lo demás, le otorgo 4 tinteros que saben a 3,5, por mostrarme una historia que merece la pena contar con una enorme belleza y sensibilidad, y por los hermosos bailes de Loïe Fuller.
~ Laura B.
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